La práctica de la agricultura doméstica, aprovecha cualquier espacio
soleado de nuestras casas, nos va a aportar multitud de beneficios,
algunos de ellos son:
Potencia nuestra capacidad de observación y de entendimiento del medio
natural.
Ver cómo se desarrollan nuestras hortalizas, la influencia del clima o la
relación que se crea con insectos y demás se res vivos, nos ayuda a
comprender mejor los ciclos naturales.
Aumenta nuestra sensibilidad hacia la sostenibilidad.
El contacto con la Naturaleza a través de nuestro huerto probablemente
nos motivará a llevar una vida más sostenible, en cuestiones como el
consumo, el ahorro energético etc.
El huerto resulta una actividad muy divertida, relajante y que disminuye
el estrés.
El tiempo que dedicamos cada día a nuestras plantas nos ayuda a
desconectar del ritmo trepidante de la ciudad.
El huerto es una herramienta extraordinaria para la educación
ambiental de nuestros hijos.
Los niños van a poder experimentar en el huerto, tocar la tierra,
reconocer las plantas y comer las hortalizas que ellos mismos han
ayudado a cultivar.
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Nos permite redescubrir la calidad organoléptica de los alimentos.
Podemos cosechar las hortalizas en su punto óptimo de maduración y
comerlas minutos después, esto hace que tengan todo su sabor, mucho
mejor que el de las hortalizas de la mayoría de comercios.
Seguridad de que lo que comemos no lleva ningún plaguicida ni
herbicida de síntesis química, ya que nosotros mismos lo hemos cultivado siguiendo prácticas
ecológicas. Este aspecto debe de ser prioritario en el huerto de casa,
ya que el objetivo no es obtener una gran producción, sino producir
alimentos saludables, ricos y desarrollando una actividad de ocio
sostenible.
Nos motiva a preocuparnos por la calidad de los alimentos que
compramos, valorando su origen, los procesos de producción y
distribución y valorando cuestiones fundamentales como la seguridad y
la soberanía alimentaria.
Nos ayuda a valorizar la figura del agricultor y la agricultura
tradicional.
Cuando nos iniciamos en la agricultura doméstica nos damos cuenta de
la cantidad de conocimientos que son necesarios y que se van
adquiriendo con la experimentación, esto nos hace valorar mucho más al
agricultor de toda la vida que conoce el campo porque lo ha
vivido.
Además en el caso de huertos realizados en terrazas o azoteas puede
llegar a tener importancia en el
ahorro energético de la vivienda, disminuyendo la temperatura y
permitiendo un ahorro en climatización.
Todos estos y otros muchos son beneficios que nos puede aportar tener un
pequeño huerto en casa, siempre que tengamos claros los objetivos del
mismo y superemos las dificultades iniciales que, como personas de
ciudad, podemos tener: impaciencia, querer obtener resultados
rápidamente y sin complicaciones, poca capacidad de observación, querer
reproducir la agricultura convencional en nuestro balcón etc. Una vez
superados estos inconvenientes y adoptando una actitud de curiosidad y
de predisposición al aprendizaje continuo, conseguiremos que nuestro
huerto sea una experiencia fascinante.
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